miércoles, 22 de octubre de 2008

Vacaciones en Japón, semana #3 (I)

Hola de nuevo queridos lectores!! Hace un par de días que terminó mi agotador periplo por Japón pero, pese a arrastrar ciertas secuelas indeseables (gripe, falta de sueño, ligero jet-lag...), creo que os merecéis un resumen inmediato de las aventuras vividas esta última semana en el país del sol naciente... ;)

Lunes 6: A las 7:00 de la mañana dio comienzo nuestra odisea personal de 4 días por Kyoto, una suerte de carrera contrarreloj en la que algunos días (como este mismo lunes) aguantamos hasta 15 horas sin probar bocado; cualquier cosa con tal de poder disfrutar de las maravillas que esta ciudad brinda al visitante...

  • Torre de Kyoto: fue nuestra primera parada, ya que es perfectamente visible desde la puerta de la estación central. Bajo su estructura se encuentran un hotel y un centro comercial de grandes dimensiones, a los que hay que acceder previamente si se tiene la intención de visitarla (el ascensor que conduce a la cima de la torre está en su interior). Debido al escaso tiempo del que disponíamos para recorrer la ciudad, decidimos contentarnos con verla desde abajo y visitar cosas más interesantes...
Tokyo Tower, vista frontal de día y de noche.

  • ... como el Tōji Temple, uno de los templos estrella de la ciudad. Fue dirigido durante años por el histórico monje Kūkai (renombrado poeta y artista al que se le atribuye además la creación de los silabarios kana) y en su recinto se encuentra la pagoda más grande de Japón, enclavada en un hermoso jardín con estanque. Rodeado de semejante entorno, el mero hecho de recrear la vista se convierte en una experiencia única para el fatigado viajero...
Puerta del Tōji Temple.


Estatua de Kūkai.

Vista de la pagoda y jardines de Tōji Temple.

  • Santuario de Fushimi-Inari: Tras volver sobre nuestros pasos hasta la estación central de Kyoto, decidimos acudir a este famoso santuario Shinto ya que, según nuestro mapa, se encontraba bastante cerca... Casi una hora después conseguimos dar con la entrada al santuario, sin duda uno de los lugares más espectaculares de la ciudad. El santuario se compone de tres edificios consagrados a la diosa Inari y sus zorras (así como a otros kamis), que se encuentran repartidos a distintas alturas por las faldas del monte homónimo. El camino que une los tres enclaves serpentea bajo cientos de toriis de diversos tamaños y materiales que fueron donados por familias de fieles a lo largo de los siglos, hecho que dota a la travesía de una espectacularidad y ambientación propias de la más onírica de las leyendas orientales...
Edificio principal del Santuario de Inari.


Entrada al "bosque" de Toriis.


En ocasiones apenas se ve el cielo entre ellos...

  • Pese a tratarse de un camino relativamente duro (en ocasiones, la ascensión resulta pesada por culpa de los escarpados escalones de determinados tramos), recomendaría encarecidamente a todo el mundo la visita completa a este santuario. Me gustaría poder describiros la sensación que produce caminar entre los pequeños santuarios perdidos por vericuetos de esos bosques milenarios (los mismos en los que, según las leyendas, se aparecían los tengu) mientras se escucha el graznido del cuervo en la lejanía, pero creedme cuando os digo que no conozco palabras que le hagan justicia...

Las zorras de Inari nos dan la bienvenida...


Cualquier rincón de Inari se convierte en un lugar mágico...


... incluso el camino en sí mismo es una recompensa.

  • Ninnaji Temple: Tras la ardua caminata de vuelta a la estación central (nos perdimos en la cima del monte Inari y, tras numerosas vueltas, aparecimos donde Buda perdió la sandalia) cogimos el autobús con destino al templo en el que nos íbamos a alojar, el prestigioso Ninnaji. Fundado en el año 886 por el emperador Uda, sus instalaciones ya eran usadas décadas antes de esa fecha como residencia de verano de la familia imperial. Parte de esas dependencias aún pueden visitarse (en caso de no ser huésped del templo hay que pagar una tarifa a modo de entrada), algo muy recomendable para todos los amantes de los jardines y la arquitectura japonesa clásica.
Puerta de entrada a Ninnaji, vista desde el interior.

Modesto templo en el que los monjes realizaban sus oraciones matutinas.
  • Ninnaji fue el primer monzeki (templo cuyos abades son aristócratas o miembros de la familia imperial) de la ciudad y eso se nota: desde la impresionante puerta de entrada (acorde con la enormidad del complejo) hasta la pagoda de 33 metros que se erige en sus jardines, todo en Ninnaji rezuma esplendor y boato.
La pagoda de rigor, esta vez en Ninnaji.

  • Y, como no podía ser menos, las habitaciones del edificio de huéspedes eran fantásticas: al abrir la puerta nos encontramos con una suite de 14 tatamis de superficie para 2 personas!! Además, teníamos TV propia, nevera para poder consumir bebidas o guardar alimentos y un termo con varios litros de agua que reponían cada mañana para que pudiéramos prepararnos té cuando quisiéramos. Hay que ver cómo nos cuidan estos monjes, así da gusto viajar... XDD
Saludos desde Ninnaji, chicos!!! :D

  • Tras realizar el check-in en el templo y dejar los bártulos en la habitación decidimos bajar en bus hasta la zona de Gion que atraviesa y circunda el río Kamo (Kawaramachi, Pontocho...). Tras dar un paseo a la luz de la luna por la ribera del río, decidimos acercarnos hasta Gojo Hashi (el famoso puente en el que, según la tradición, lucharon Benkei y Ushiwakamaru/Minamoto no Yoshitsune) antes de partir de nuevo hacia Ninnaji para no quedarnos a dormir al raso (como la mayoría de los templos, tiene toque de queda a las 23:00)...
Gojo Bridge, visto desde la ribera del río Kamo.


Por desgracia, las cosas han cambiado bastante desde los tiempos de Benkei...

Martes 7: Tras despertarnos a las 6:00, nos apresuramos para llegar al servicio matutino de los monjes aunque, en este caso, era una actividad optativa (en otros templos que ofrecen shukubo, la asistencia es obligatoria). Escuchar las salmodias de los monjes en voz alta, sentados en la penumbra mientras despunta el alba a nuestras espaldas es toda una experiencia, sobrecogedora y emotiva a partes iguales (de hecho, nos gustó tanto que acudimos todas las mañanas durante nuestra estancia en Kyoto). Al finalizar el servicio, aprovechamos para pasear por el templo a nuestras anchas (aún no estaba abierto al público) y sacar algunas fotos del recinto y las instalaciones. Después de un opíparo desayuno cuasi-vegetariano, partimos hacia la próxima ciudad de Nara...
  • Nada más llegar a la ciudad, fuimos directamente al parque de Nara, famoso por su museo y sus templos. El primero que visitamos fue Kōfukuji Temple. Destaca sobre todo por sus dos majestuosas pagodas, una de tres alturas y otra de cinco. Dentro de los edificios del templo pudimos admirar una colección de estatuas de diversos Budas y Asuras que nos sirvió como calentamiento para lo que nos esperaba más adelante...
Templo Kōfukuji, vista frontal.


Las dos pagodas del recinto de Kōfukuji, de 5 y 3 alturas respectivamente.

  • ... Tōdaiji Temple y su enorme tesoro artístico!! De camino al famoso templo (conocido, entre otras cosas por ser la mayor estructura de madera del mundo) no cesamos de cruzarnos con ciervos que paseaban a sus anchas por el recinto del parque, lo que confería a nuestro viaje de un aire aún más especial si cabe.
Ciervos y monjes mendicantes: dos constantes en Nara.


Según dicen, los ciervos son realmente monjes reencarnados. Por su voracidad
se diría que, en su vida anterior, fueron todos abades bien cebados...


  • El primer shock importante que sufre el viajero se produce en las puertas exteriores del recinto del templo: a estas alturas del viaje uno se acostumbra a ver figuras Nio flanqueando la entrada de los templos, pero el tamaño y el detalle de esta pareja hace palidecer a todas las demás (miden más de 8'5 metros!!). Y esto no es nada más que el principio...
Puerta de entrada a Tōdaiji Temple.



Agyo (arriba) y Ungyo (sobre estas líneas), guardianes
del budismo, flanquean la puerta de entrada a Tōdaiji.

  • ... porque, si el exterior es impresionante, qué puede decirse del edificio principal!! Además, hay que tener en cuenta que éste se trata de una reconstrucción un 30% más pequeña que el original (el templo fundado en 743 fue destruído en un incendio), por lo que ahora el Buda está algo más apretadito...
Tōdaiji Temple en todo su esplendor.

  • ... sí, señores, han oído bien: Buda está apretadito en su interior. Todo este mastodóntico y maravilloso edificio no es más que una estructura para guarecer una colosal estatua de bronce, el Daibutsu de Nara. Sus 15 metros de altura y 500 toneladas de peso la convierten en la escultura de Buda hecha en bronce más grande de Japón y, pese a no ser tan detallada como la figura de Kamakura, ciertamente impresiona lo suyo...
Frente a figuras como esta, es fácil ser humilde...

  • Tōshōdaiji Temple: Tras presentar nuestros respetos al Daibutsu, decidimos hacer lo propio en la famosa estatua de Kannon del templo Tōshōdaiji. Cual fue nuestra sorpresa cuando, después de pagar la entrada al templo religiosamente (LOL), nos encontramos con que la sala en la que se supone debía estar expuesta la figura estaba cerrada por obras!! Realmente estos monjes saben hacer negocio... Ya que estábamos dentro del recinto nos dedicamos a sacar algunas foticos (más que nada por rentabilizar la entrada) y después aprovechamos para dar una vuelta por el campo de Nara, viendo cultivar el agro a los lugareños.
La Kannon que nadie podrá ver hasta 2009... :(


Bucólico rincón del Tōshōdaiji.

  • Antes de dar por finalizada nuestra estancia en la ciudad, nos decidimos a encontrar un Kofun que, según el mapa de la ciudad, se encontraba a dos pasos de la estación... y que tardamos 35 minutos en encontrar!! Para cuando llegamos a la entrada, el monumento había cerrado ya, así que tuvimos que conformarnos con ver el túmulo desde el exterior de la verja (que afortunadamente era bastante baja)...Ciertamente, one does not simply walk into Nara.
Vista frontal del Kofun.


Buf!! Tenía intención de contaros todo lo acaecido durante mi semana en Kyoto de un tirón, pero veo que va a resultar una entrada demasiado extensa como para que alguien en su sano juicio se la lea entera (no quiero espantar a nadie con mi verborrea!!). Dejémoslo aquí por ahora; la semana que viene, más y mejor... ;)

viernes, 3 de octubre de 2008

Vacaciones en Japón (Semana #2)

Hola de nuevo chicos!!! Antes de partir en un viaje de 4 días hacia Kyoto, creo que debía poneros en situación respecto a mis andanzas por estas tierras lejanas. Como no dispondré de internet hasta el viernes 10, no podré contactar con vosotros. Espero poder informaros a la vuelta, pero hasta entonces, tendréis que conformaros con estas pocas líneas. Sumimasen!!!


Martes 30:

  • Kamakura: Nuestra primera excursión lejos de la capital nos llevó hasta esta maravillosa ciudad, situada a tan sólo 50 kilómetros de Tokyo. Allí pudimos contemplar el magnífico santuario Tsurugaoka Hachiman-gū, dedicado al dios de la guerra homónimo, un enorme complejo arquitectónico que impresiona tanto por su diseño y tamaño como por la perfecta integración con el precioso paisaje de la zona.




  • Desde allí, desandamos parte del camino recorrido y dirigimos nuestros pasos hacia el Gran Buda de Kamakura, una impresionante escultura de bronce de más de 13 metros de altura y un detallismo exquisito, situada en el templo Kōtoku-in. No existen palabras para describir la sensación que produce girar en un recodo del camino y encontrarte de bruces con esta visión...




Sandalias del Gran Buda (trenzadas a escala de la figura).

  • Más tarde decidimos coger el tranvía (que recorre las calles de la ciudad por un trayecto tan angosto que casi le hace creer a uno ser capaz de tocar las casas adyacentes con sólo extender el brazo) hacia la isla de Enoshima. Situada frente a la playa de la ciudad, es un enorme atolón de roca volcánico sobre el que se han edificado numerosos templos, restaurantes de lujo y un amplio puerto deportivo con comercios de todo tipo (cabe destacar la profusión de ateliers en el complejo). Recorrimos todo el trayecto hasta la cima y el mirador pero, desgraciadamente, se hizo de noche y no pudimos acceder a los túneles subterráneos que recorren el interior de la atalaya por ser demasiado tarde (de todas maneras, ese día hizo un tiempo de perros así que lo más probable es que hubieran estado cerrados desde la mañana)...
Puente peatonal de acceso a la isla de Enoshima.


Entrada al área comercial de Enoshima.


Miércoles 1:

  • En esta ocasión no hicimos nada destacable, salvo dedicarnos a descansar por la mañana (aunque no os lo creáis, la verdad es que llevamos un trajín impresionante...) y buscar algo de ropa trendy por el barrio de Harajuku para la recepción del embajador. Como las tallas de ropa para japoneses molones eran demasiado pequeñas para mi, tuve que conformarme con comprar una camisa en el UniQlo (algo así como el Zara japonés), pero creo que será suficiente para cumplir mis objetivos...

Jueves 2:

  • Monte Fuji: Esta excursión nos salió algo torcida desde el principio, la verdad. Llegamos a la estación de autobuses con bastante tiempo de adelanto, compramos los billetes y, sin saber cómo ni por qué, nos las apañamos para perderlo sin movernos de la parada. Afortunadamente, pagando 200 yenes más nos hicieron hueco en el siguiente, así que sólo perdimos unos 25 minutos de tiempo real (o eso pensábamos)...



  • Una vez en nuestro destino, decidimos dar un paseo por el lago Kawaguchi, (el más cercano al Fuji de los 5 circundantes) y nos hinchamos a hacer fotos del incomparable entorno natural que nos rodeaba. Después comimos en una tascucha de ramen cerca de la estación de autobuses para, a continuación, dar una vuelta por el pueblo.

  • Cuando nos dispusimos a partir, en la estación de autobuses nos comunicaron que el último viaje hacia Tokio había salido 25 minutos antes de que llegáramos (oh, destino!) y nos tocó esperar cerca de 2 horas y media hasta que llegara el siguiente libre. En fin, no todos los días iban a salir redondos...
Tiembla, Makoto Shinkai, ahora conocemos tu secreto!!


Viernes 3:

  • Yokohama: El viaje al Fuji nos dejó baldados, así que nos levantamos tarde y, como las horas de luz en esta época son limitadas, decidimos marchar a la ciudad vecina de Yokohama. Se trata de una moderna ciudad portuaria, con amplias y rectas avenidas que se hace sentir como una mezcla de Tokio y el ensanche de Barcelona. Aquí están el edificio Landmark Tower (el más alto de Japón), la Torre Marina (el faro más grande del mundo) y uno de lo barrios chinos más grandes del planeta. Fue hacia allí donde dirigimos nuestros pasos tras visitar su paseo marítimo...
Landmark Tower en todo su esplendor. Impresiona, ¿verdad?


Vista al atardecer desde el paseo marítimo de Yokohama.

  • ... y no nos defraudó en absoluto!! Recargadísimos templos dedicados a divinidades chinas, cientos de restaurantes, tiendas típicas... y Baozis, muchos Baozis!! La única contrapartida fue la cena: quizás nos sentó mal la aleta de tiburón o cogimos frío en el camino de vuelta a la estación, pero el hecho es que ambos pasamos el sabado con las tripas y la garganta un tanto tocadas. En fin, gajes del oficio...
Templo dedicado a Guan Yu, héroe de la época de los Tres Reinos (Siglo 2 d.C.).


Parada de Taxi-Ricksaw frente a una pagoda.


Sábado 4 y Domingo 5:

  • Nada destacable: dedicamos estos dos días a reponernos y preparar la estancia en Kyoto. De paso, aproveché el tiempo libre para escribiros estas líneas...

Bueno, creo que con estas líneas concluye el resumen del viaje, al menos por lo que respecta a esta semana. Espero que os haya resultado interesante... Más infomación a la vuelta de Kyoto!!!
:D

Saludos desde el lago Kawaguchi!!! ;D