viernes, 14 de noviembre de 2008

Vacaciones en Japón, semana #3 (y II)

Hola de nuevo, chicos!!! Tal y como os prometí, esta semana os presento el último fragmento de mi diario de viaje personal. Espero que os guste y que le sirva a alguien, si no por su inherente interés didático, por su carácter de guía visual de la cual sacar ideas para escapadas en Nihon... Aquí os dejo con todo el pastel!! :)


Miércoles 8:
tras nuestra visita a Nara, ese día decidimos visitar la cercana ciudad de Himeji, famosa principalmente por su
castillo, la muestra de arquitectura militar mejor conservada del país y toda una atracción turística a nivel nacional e internacional. Razones para serlo no le faltan, la verdad: formado por más de 80 edificios, este complejo militar de más de 600 años de antigüedad (400 desde que sufriera su última gran reforma a manos de Toyotomi Hideyoshi) y formas colosales cuenta con una peculiar estructura de caminos con una de las mayores torres del homenaje que se conservan. Además, la estructura de caminos que comunican los edificios entre sí gozan de una peculiar estructura laberíntica para dificultar el acceso en caso de ataque enemigo. Si a todo esto le sumamos el radiante aspecto que le confiere el acabado de sus paredes encaladas, creo que cualquiera coincidirá en que nos encontramos ante un lugar de visita obligada...

  • Tras franquear las puertas del castillo, nos dedicamos durante un rato a perdernos en la encrucijada de caminos para así descubrir poco a poco los rincones más señalados. El primero con el que dimos fue el Pozo de Okiku. Según cuenta la leyenda, Okiku fue una fiel sirvienta que, al enterarse de la existencia de un complot para acabar con el señor del castillo, denunció al noble que conspiraba contra él. El traidor, como venganza, mandó asesinar a la sirvienta y despachar su cadaver tirándolo al pozo. Desde entonces se dice que, ciertas noches, puede verse al espectro de Okiku vagando por el castillo...

Por fidelidad a su señor, la pobre Okiku acabó en el fondo de este pozo...

  • Desde allí proseguimos nuestro particular tour hasta el harakirimaru, el lugar supuestamente reservado para las ejecuciones rituales (Seppuku) de los samurais enemigos...


Ya que toca suicidarse, se agradece el poder hacerlo en un lugar acogedor...

  • ...para proseguir después con un ascenso a la torre del homenaje, un verdadero espectáculo para todo amante de la arquitectura militar. La torre consta de varios pisos: desde el exterior parecen 5 pero, en realidad, cuenta con 6 alturas y una base!! Durante la larga ascensión uno no puede evitar pensar cuán difícil hubiera sido asaltar la dichosa torre, intentando ascender por sus estrechas escaleras mientras se soportan las acometidas de los soldados defensores desde los pisos superiores... También cabe destacar que en el piso más alto se encuentra el santuario Shinto Osakabe, originalmente situado en la cima de la montaña sobre la que se edificó el castillo y que fue instalado en su posición actual para apaciguar a los kami enojados por haberlo trasladado lejos de su localización original...


A la derecha, la torre del homenaje destaca sobre el resto de edificios del complejo.


Vista panorámica de Himeji desde lo alto de la torre.


Otra toma más, esta vez desde otra cara.


El santuario Osakabe, en el centro del último piso.

  • Para completar nuestra visita a Himeji-jō nos encaminamos hacia Cosmetic Tower, los aposentos privados de la princesa Sen. Las estancias de las sirvientas (de mayor tamaño conforme nos aproximábamos a los cuartos de la princesa) estaban completamente vacías pero, aún así, uno podía formarse una idea de lo que suponía la vida cotidiana de las doncellas de la época. Por supuesto, a esto contribuye en gran medida la visita a los aposentos personales de Senhime, que han sido decorados con objetos y muebles de aquel tiempo, así como con un par de maniquíes representando una escena en la que se puede contemplar a la princesa jugando con una sirvienta...

Ah, la dura vida de la nobleza...!!



Jueves 9: Al tratarse de nuestro último día en Kyoto, decidimos dedicarlo entero a visitar los puntos destacados de la ciudad que aún nos quedaban pendientes...
  • Acordamos comenzar por los museos de Ninnaji ya que, pese a estar en el recinto de nuestro templo, aún no habíamos sacado tiempo para visitarlos. El primero fue el museo de sutras, donde pudimos observar antiguos textos y cuadros religiosos junto a retratos de monjes ilustres (entre ellos el Emperador Uda), todos ellos relacionados de alguna manera con Ninnaji.
  • De allí pasamos al otro recinto reservado que nos quedaba por ver y, ¡cuál fue nuestra sorpresa al encontrarnos con la residencia de verano del Emperador Uda! Enclavado en una posición privilegiada del templo y rodeado de jardines (uno de ellos de grava rastrillada), la residencia imperial se componía de varios edificios de una planta comunicados entre sí por corredores de madera cubiertos que discurren a cierto nivel del suelo (vamos, un claro ejemplo de arquitectura Shinden ), dotando al conjunto de una sensación de calma y una belleza plástica inusitadas...


Segmento de un típico corredor de estilo Shinden.


Vista lateral del mismo pasillo con parte del jardín interior.


Jardín de piedras rastrilladas.


Estanque con cascada.

  • Tras recoger nuestros bártulos y hacer el check-out en el templo, decidimos marchar hacia el célebre Ryōanji Temple. Sinónimo para muchos del jardín Zen por antonomasia, en este templo se encuentra además un fabuloso lago de patos mandarines repleto de nenúfares que no desmerece en absoluto.

Vista del lago de patos y nenúfares de Ryōanji.


Otra más, esta vez desde la otra orilla.

  • Por supuesto, no pudimos dejar pasar la oportunidad de meditar frente al ya mencionado karesansui. La particularidad de este jardín radica en sus 15 piedras repartidas sobre la superficie de grava: su posición estratégica impide ver todas a la vez y se dice que, sólo mediante la meditación se puede vislumbrar la decimoquinta piedra... Huelga decir que se trata de una ardua tarea, sobre todo si uno se encuentra rodeado de turistas americanos haciendo el patán y vociferando: "He visto las 15, he visto las 15!!" pero, aún así, la experiencia mereció la pena con creces.

Detalle del área central del jardín Zen.


Panorámica del jardín Zen al completo.

  • Cerca ya del mediodía, dirigimos nuestros pasos hacia Honnōji Temple, con la intención de visitar la tumba del ínclito Oda Nobunaga, una de las figuras históricas más importantes en la historia de Japón. Irónicamente, la tumba del ambicioso daimyō que sentó las bases para la unificación de Japón tras el período Sengoku languidece en un rincón de este modesto templo, acosado por grises edificios de oficinas y tiendas anodinas (de hecho, la entrada al recinto se encuentra en mitad de un centro comercial!!). Toda una lástima, la verdad...

Templete que acoge la tumba de Nobunaga.


Detalle de la tumba.

  • De camino a nuestro siguiente destino, nos detuvimos en la entrada del castillo de Nijō. Pese a tratarse de un interesante enclave turístico, decidimos seguir nuestro camino, ya que el tiempo apremiaba...

Foso y muros exteriores del castillo.



  • ...para poder ver el templo Kiyomizudera durante la puesta de sol, en todo su esplendor. Se trata, sin duda alguna, del templo más original de cuantos pude visitar en Kyoto: construído en la falda de un monte que domina toda la ciudad, parte del complejo está circundado por un mirador de madera que se alza desde un desnivel de 13 metros y que ofrece unas vistas insuperables.

Parte frontal del complejo monástico.


Sandalias y báculos de Yamabushi atribuídos a Benkei.
Todos son de hierro colado (el mayor pesa casi 85 kilos!!).



Como se puede apreciar, el templo está parcialmente suspendido...


Vista panorámica del mirador situado en el edificio principal.



  • En el fondo de este "barranco" se encuentra una fuente natural conocida como Otowa-no-taki, de la que parten en cascada tres chorros de agua distintos que, según la tradición, otorgan a quien bebe de ellos sabiduría, salud y longevidad. Algunos japoneses creen que beber de los tres es un temerario acto de avaricia que puede traerte el infortunio, pero hicimos caso omiso y bebimos de todos los chorros hasta saciarnos (una de las pequeñas ventajas de ser un gaijin irrespetuoso con las supersticiones locales XDD)...

Japoneses sedientos (de poder y sabiduría, quizas?) remojan el gaznate
en
Otowa-no-taki...



Vista del mirador desde Otowa-no-taki. Desde aquí se puede apreciar
claramente la altura a la que está situado.
..

  • Tras lograr el último objetivo de nuestra agenda, nos dedicamos a pasear de noche por el corazón de Gion, alumbrados tan sólo por la luz de los pocos comercios que aún quedaban abiertos en aquellas angostas y pintorescas callejas que conforman el casco antiguo más fascinante de cuantos haya pisado. Desde luego, no se me hubiera ocurrido una mejor despedida de tan singular ciudad...

Preciosas callejas, ideales para perderse, forman
el casco antiguo de Kyoto.



Confome va anocheciendo, las calles toman
un aire bohemio encantador...



Típica escena de la noche de Gion: cigarras cantando,
un taxi esperando pacientemente para recoger a una geisha...



Bucólico rincón de Pontocho junto a un canal que fluye hacia el río Kamo...


Viernes 10: Día de bastante ajetreo, no paramos ni un sólo minuto desde nuestra llegada a la estación de autobuses de Tokyo. Pese al frenetismo de la mañana, en la que tuvimos que atender ciertos actos públicos (i.e. un coñazo de fiesta en la embajada española), nos las arreglamos para hacer una escapadita y visitar un monumento bastante conocido para los seguidores de las CLAMP...
  • ... la mítica Torre de Tokyo!! Sí señores: aprovechando la proximidad de la embajada con la Torre (situadas ambas en el barrio de Roppongi) e insatisfechos con el guateque del día de la Hispanidad (que fue adelantado 2 días, LOL), no nos lo pensamos dos veces y pusimos pies en polvorosa en cuanto tuvimos la oportunidad.


La torre de Tokio junto a la sede de la Fundación Masónica japonesa
(Freemasons? In my Japan? It's more likely than you think)...


  • Un cuarto de hora después de nuestra "espantá" particular, nos encontrábamos de frente con este mastodóntico monumento...

Sin duda, un monumento imponente...


Monumento a los perros desconocidos que ayudaron a la población
tras la 2ª Guerra Mundial.


  • ... aunque, a decir verdad, luce bastante mejor en las fotos: al contrario que la Torre Eiffel de París, ésta se encuentra en la pendiente de una colina y rodeada de edificios, por lo que resulta muy difícil fotografiarla de cerca en solitario. Además, entre sus patas se encuentra Foot Town, un centro comercial que afea el conjunto y minimiza bastante su impacto visual. Aún con todo, hay que reconocer que se trata de un edificio emblemático que gustará a cualquiera que lo visite (sobre todo si sube hasta la cima y contempla sus hermosas vistas), pero aquellos que hayan visitado París pueden llevarse una ligera decepción.

Foot Town, matando la magia de la Torre...

  • Desde Roppongi nos dirigimos a Harajuku, donde visitamos un museo de Ukiyoe, el Ota Memorial Museum of Art. Éste cuenta con una extensa y variada colección de dibujos, cubriendo todas las épocas y escuelas (con sus artistas representativos) pero, como su tamaño es bastante modesto, organiza exposiciones rotativas de cadencia mensual o bimestral. En nuestro caso pudimos contemplar preciosas obras de la famosa escuela Utagawa pertenecientes,principalmente, a Hiroshige, Kunisada y Kuniyoshi.

Fachada del museo Ota MMA.

  • Tras este paréntesis cultural, dimos por terminado el día y decidimos recogernos en casa para descansar del viaje de autobús y recuperar fuerzas para el fin de semana que nos aguardaba...



Sábado 11 y Domingo 12: Este último fin de semana fue el más descansado que tuvimos aunque, pese a todo, también nos castigamos a base de bien: dedicamos la mitad del tiempo a hacer compritas de última hora y a preparar las maletas para mi regreso, pero aún nos sobró bastante como para pegarnos un par de escapadas...


  • TGS 2008: El sábado por la tarde, hartos de marujear en casa y sin saber qué hacer, optamos por acudir al Tokyo Game Show (la feria de videojuegos más importante del país) que, casualmente, se celebraba ese fin de semana. Nada más llegar nos vimos inmersos en una marea humana que nos permitió identificar fácilmente la zona de compra de entradas, que no la entrada al recinto: en un claro ejemplo de eficacia nipona, la entrada estaba a 500 metros de la taquilla (dando la vuelta a todo el pabellón), hecho que tuvimos que descubrir por nuestros propios medios, puesto que ni siquiera los miembros del evento que estaban por la zona sabían por donde entrar...

Imagen promocional en la que se muestra la enormidad del recinto ferial
donde se celebra el TGS...


  • Una vez dentro, lo esperable : maquinitas, novedades, presentaciones de juegos, etc. La verdad es que, pese a la cantidad de gente que había acudido al evento (se supone que se batió un nuevo record de asistencia), el tránsito de un stand a otro no era para nada difícil, y rara vez llegaba a resultar agobiante. Eso sí, olvidáos de probar los juegos si queréis ver todo el recinto; las colas para testers eran kilométricas!!!


Apabullante stand de SEEEGAAAAA!!, como no, abarrotado de fans
(porque, como todo el mundo sabe, SEGA es amor)
.

  • A destacar el esmero (y presupuesto) que dedican a las presentaciones de las novedades (algunas contaron con invitados famosos dentro del mundillo) y la decoración de los stands. Ya le gustaría a la Bienal de Máquina Herramienta ser la mitad de glamourosa!!


Cuando se trata de promocionar Hokuto no Ken, hay que hacerlo
a lo grande. Y, ¿acaso hay algo más grande que Raoh?



Daisuke Ishiwatari apareció de esta guisa para firmar autógrafos.
No se separó de su querido Bridget ni un momento...


  • Sin resultar lo más, fue una experiencia curiosa que nos agradó y sorprendió a partes iguales (en Europa estas ferias suelen ser más sosas). Recomendable para fans del mundillo en general y esencial para todo pirado por los jueguicos...

Paseando por el TGS encontré a mi viejo amigo Kutar!!!

  • Y ya, para terminar la jornada, pasamos por Shibuya para "ir de marchota toa wapa ay!!" a una discoteca famosa de la zona, conocida como Atom-Club. Aquellos que me conocen de manera más cercana saben que no soy un gran amante de este tipo de ambientes, pero he de decir que lo que viví en aquella discoteca me dejó apabullado: tres pisos independientes con decoración y música propia, bebidas baratas, gente de buen rollo (sí, señores, no es un mito urbano: en Japón existe!!) y, sobre todo, algo que nunca debe faltar en una buena discoteca que se precie de serlo: mucha niebla, lasers y DJs competentes ("ey trones, DJ Ozawa se saleeee!!1!").



Dj Orzawer-sensei en medio de una session llena de temazos!
Que viene el subidón, subidón, subidóóóóóón!!!


  • No os mentiré: me lo pasé como nunca antes en una discoteca!! Desde el primer minuto hasta el último tema que se pinchó (allá por las 5:00 a.m. del domingo) no paré de bailar en ningún momento (bueno sí, fui al baño a mitad de la noche, pero eso no cuenta :D ). Mi worthy brother comentó que nunca me había visto tan desenfrenado, y su amigo Josuke me preguntó "si me había metido algo" XDDD. Para mis allegados, este debería ser testimonio suficiente para apreciar en su justa medida la calidad de esta discoteca simpar. No en vano está considerada como uno de los mejores clubs de Tokyo. Sin duda, el broche de oro perfecto para culminar mi estancia en Japón!

Saludos desde Kiyomizudera!!! :)


En fín, hasta aquí llega la crónica de mis experiencias en el país del sol naciente. Espero no haberos aburrido demasiado (solo lo justo, malandrines, que vivís muy bien XDDD ) con mis últimas entradas en el blog, pero no os preocupéis: en breve volveré a abrasaros con todo tipo de
artículos sobre esos temas vacuos e intrascendentes que me demandáis con fruición... >:-) Hasta entonces, disfrutad de este ladrillo!!!