Todos los que me conocéis en persona sabréis a estas alturas que paso los veranos en Laredo, localidad cántabra cercana a Bilbao, desde que tengo uso de razón. Durante mi más tierna infancia residí en un piso en El Puntal, la zona residencial más alejada del área urbana, para más tarde mudarme a un chalet de un pueblo colindante llamado Seña. A esta casa llegué con tan sólo 11 años, y hasta ahora ha constituído una pieza clave en mi vida : en ella he pasado grandes momentos, muchos buenos y otros no tanto, pero todos han calado hondo en mi memoria y me han ayudado a crecer como persona. Allí, más que en ningún otro lugar, he ido tomando conciencia del transcurso del tiempo, de mi paso por las distintas etapas de la vida : de la infancia a la adolescencia y posteriormente a la edad adulta. Gracias a ella he podido disfrutar de inolvidables reuniones familiares, fiestas con amigos y, sobre todo, debo agradecerle el haber me permitido conocer a mi novia Elizabeth, que ha sido mi vecina durante casi la mitad de mi vida.
Farewell, my fellow home!!!Por todo esto y mucho más, ahora que la hemos vendido, he considerado oportuno rendir un homenaje a la casa que me ha cobijado durante estos últimos 16 veranos. Sé que es una entrada un tanto nostálgica (casi emo, diría yo), pero no he encontrado mejores palabras para describir la nostalgia que me embarga al dejar un lugar tan significativo para mí. Afortunadamente, no todo son noticias tristes, puesto que ya hemos comprado un piso en primera línea de la ría de Limpias, otro municipio colindante a Laredo. En cuanto pueda, os mostraré algunas fotos para satisfacer vuestra curiosidad ;)
El Retorno del Rey.
